El miércoles 20 de noviembre, en el Teatro Sucre, Alexia León y Lucho Marcial, de LEONMARCIAL Arquitectos (Perú), presentaron su emblemático proyecto, el Museo Nacional del Perú (MUNA), reconocido con el Premio Hexágono de Oro. Moderados por Enrique Walker, reflexionaron sobre el diseño, los desafíos y el impacto de esta obra.

¿Cómo ven el edificio situado entre la zona de Pachacámac, las fabricaciones del paisaje y la ciudad?

Los arquitectos explicaron que el MUNA no es una intervención aislada, sino una propuesta integrada al entorno histórico y cultural de Pachacámac. Diseñado para respetar el paisaje, el museo establece una relación simbiótica con elementos como el Santuario de Pachacámac, el Templo del Sol y el Palacio de Acllawasi. Su diseño, con espacios conectados por rampas y muros móviles, permite una interacción dinámica con el público, fomentando un equilibrio entre lo monumental y lo humano.

¿Cómo lograron, a través de esta pieza, generar una condición de urbanidad a cierta distancia y manejar la multiplicidad de escalas?

Los arquitectos destacaron que los muros móviles del MUNA funcionan como elementos flexibles que vinculan escalas grandes y pequeñas, generando una urbanidad que conecta el museo con el entorno. A nivel programático, supieron adaptarse a cambios significativos en presupuesto y dimensiones, preservando aspectos clave como la luz cenital y los pulmones de ventilación. El museo, como espacio público, crea un punto de encuentro que dialoga tanto con el paisaje como con la ciudad.

¿Cómo puede este proyecto dar pistas a arquitectos futuros sobre su evolución?

El MUNA fue concebido como una obra abierta al tiempo, adaptable a nuevos usos y dinámicas urbanas. Según los arquitectos, el proyecto no se limita a ser un edificio estático, sino que actúa como un «depósito de cultura» que promueve la interacción entre las personas y su entorno. La utilización de materiales locales y la integración respetuosa con el paisaje garantizan que el museo sea sostenible y relevante a lo largo de los años, además de generar identidad y pertenencia cultural.

Al finalizar, el público interactuó con los arquitectos, destacando al MUNA como un referente cultural que no solo conecta el pasado y el presente del Perú, sino que también se proyecta hacia el futuro. La obra fue reconocida como la primera de varias piezas que enriquecerán el patrimonio cultural y arquitectónico de la región, fomentando la identidad local y el trabajo artesanal.

La entrevista reafirmó el impacto del MUNA como un modelo de arquitectura sensible e innovadora, y consolidó las charlas de la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito como un espacio esencial para conocer las historias, desafíos y visiones detrás de grandes proyectos.