Durante el tercer día de la Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, se llevaron a cabo tres conversatorios en el Teatro Sucre, ubicado en el Centro Histórico. Los casos de estudio estuvieron enfocados en la restauración y cómo los materiales utilizados en estos espacios se complementan con la zona.

Casa Asilo: Revitalización a través de la intervención silenciosa

Casa Asilo es una obra de Maria Giuseppina Grasso, arquitecta italiana que participó a través de un formato virtual. Presentó el proyecto diseñado en 2018 y situado en Mazzarrone, Italia.

En este trabajo de restauración, se transforma el uso de estructuras abandonadas gracias a una cuidadosa interpretación del potencial espacial de la edificación original. Con un evidente respeto por lo preexistente, la propuesta introduce con gran prudencia los elementos necesarios para proteger y adaptar el espacio al nuevo programa. Esta intervención muestra cómo la restauración puede dar nueva vida a lo antiguo sin perder su esencia.

El proyecto destaca la composición y estructura funcional-espacial de la edificación educativa, valorizando su configuración, jardines y ubicación en el terreno. La intervención propuesta es discreta y poco pretenciosa, enfocada en preservar las condiciones espaciales y materiales de la obra original, modificando su uso sin alterar significativamente su esencia. Lo «nuevo» se expresa a través de materiales diferenciados, liberando la edificación de elementos externos o perjudiciales, mientras se le otorga un tratamiento que mejora tanto las condiciones climáticas como el confort.

El conversatorio fue moderado por el arquitecto Mario Cueva (Ecuador), quien compartió escenario con Kerly Falcones y Camila Loor, representantes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, sede Santo Domingo. En su análisis, las estudiantes destacaron que en la obra de María Giuseppina Grasso se busca recuperar y reutilizar todo lo posible, respetando la esencia del lugar y optimizan

do los recursos.

El evento contó con la participación crítica de la arquitecta Gaia Redaelli (Italia), quien mencionó la actitud extraordinaria del oficio de la arquitectura en esta obra, destacando el principio de sostenibilidad en esta época de consumismo, y cómo una obra de pequeña escala puede ser habitable sin necesitar una magnitud considerable.

Mercado Guadalupe

En esta jornada se presentó el Mercado Guadalupe, realizado por el Colectivo C733 (México), un colectivo formado en 2019 para el desarrollo de proyectos públicos. En él colaboran los estudios de Gabriela Carrillo, Carlos Facio y José Amozurrutia (TO), Eric Valdez e Israel Espín, egresados de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Esta obra se ubica en Tapachula de Córdova y Ordoñez, México (2021). El proyecto genera un sistema lineal de organización que conecta y teje el espacio exterior con el interior. Además, cuenta con una cubierta que actúa como elemento principal configurador del espacio, acentuando la linealidad de la circulación mediante la entrada de luz y los pliegues modulares que amplían la sensación espacial en vertical y limitan la perspectiva horizontal. Sus materiales y cromática se mimetizan con el contexto, relacionándose estrechamente con él.

El moderador de este conversatorio fue el arquitecto Felipe Muller (Ecuador). En representación del Colectivo C733 estuvo Israel Espín, quien comentó: “Para la construcción de estos proyectos se han planteado estrategias basadas en el sentido común y enraizadas en la sensibilidad del contexto”. También añadió que en un espacio de uso público es importante pensar en su multiplicidad de usos a través del tiempo: “El espacio público debe ser flexible siempre”.

El conversatorio contó con la colaboración del crítico Juan Miró (España), quien mencionó: “El futuro depende del grado en que el espacio público funcione bien y funcione para la gente”. Resaltó como un acierto la claridad de la propuesta arquitectónica, considerando que fue resultado del trabajo conjunto de varios autores. También se abordó el concepto de dignidad espacial, enfatizando que un mercado puede ser mucho más que un simple punto de intercambio, convirtiéndose en un espacio significativo para la comunidad.

La delegación estudiantil de la Universidad SEK (Ecuador) aportó con un análisis sobre la importancia de la arquitectura y su vínculo con el lugar, subrayando varios aportes de la obra en este contexto. Entre ellos, la incorporación de una planta baja con usos orientados hacia la calle, lo que permite una mayor permeabilidad en la edificación. Además, se resaltó la relación del mercado con su entorno adyacente y cómo se preservó la vegetación en el interior del proyecto, favoreciendo una conexión armónica con su contexto natural.

Edificio La Borda: Punto de conexión entre dimensiones públicas

Este conversatorio contó con la participación de Ernest Garriga, de Lacol Arquitectura Cooperativa (España), una cooperativa de arquitectos establecida en 2009. Garriga expuso el proyecto Edificio La Borda, realizado en 2018 en Barcelona, España. Este es un edificio de vivienda colectiva, proyectado y desarrollado bajo la figura de vivienda cooperativa. Se ubica en el barrio de Sants, en Barcelona, en un lote de borde entre el recinto industrial de Can Batlló y la trama histórica del barrio de La Bordeta.

Este proyecto de vivienda cooperativa se destaca por su integración con el tejido urbano en el que se sitúa, ubicado entre una zona industrial en proceso de renovación y el barrio histórico de La Bordeta. La planta baja actúa como un punto de conexión entre las dimensiones públicas, comunitarias e íntimas del proyecto. Además, el vacío central del edificio crea un paisaje interior diverso en espacialidad, usos y materialidad. Estos aspectos hacen de este proyecto un ejemplo de cómo diseñar edificios que respondan a la ocupación del suelo en contextos urbanos consolidados en transformación.

El conversatorio fue moderado por el arquitecto Pablo Moreira (Ecuador), quien compartió escenario con el crítico Pedro Livni (Uruguay) y dio inicio al debate al mencionar que “la perspectiva del proyecto responde a una dinámica de vivienda comunitaria, que permite maximizar el espacio de lo común más que lo individual”.

Por otro lado, Marcela Quiroz, representante de la Universidad Presbiteriana Mackenzie (Brasil), destacó que “el proyecto realiza una transición entre lo público y lo privado, desde su estructura en el acceso principal como una forma de convivencia, y el patio que delimita un sentido de pertenencia de la comunidad”. También, el equipo profesional encabezado por Shayarina Monard intervino mencionando que “la discusión de la arquitectura en el presente obliga a pensar en la comunidad como una transición a lo ecológico, añadiendo escenarios para pensar en el hábitat urbano del siglo XXI, sobre todo siendo conscientes de nuestra responsabilidad ciudadana”.