Edgar Mazo, reconocido arquitecto colombiano y especialista en diseño urbano y paisajismo, se presentó como conferencista en el Teatro Sucre. Graduado en 2003 de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y actualmente candidato a Magíster en Procesos Urbanos y Ambientales en la Universidad EAFIT, Mazo ha forjado una destacada carrera académica y profesional. A lo largo de su trayectoria, ha contribuido en la docencia y la investigación en instituciones de renombre como la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) y la Universidad Politécnica de Madrid (ETSAM-UPM), donde ha centrado sus estudios en la arquitectura y el paisaje.
En 2023, su proyecto Parque en el barrio Prado fue seleccionado como finalista en prestigiosos premios internacionales, como el Premio Internacional de Paisaje Rosa Barba y el MCHAP Mies Crown Hall American Prize, lo que resalta su capacidad de innovación en proyectos de espacio público y urbanismo.
Su trabajo también fue reconocido en 2022 con galardones en la XXVIII Bienal Colombiana de Arquitectura y Urbanismo, la XXIII Bienal Panamericana de Arquitectura de Quito, la V Bienal Latinoamericana de Arquitectura de Paisaje y la XII Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU).
Durante su intervención, Mazo compartió su experiencia en el desarrollo de diversos proyectos, destacando la importancia de la relación entre la naturaleza y la comunidad. Un ejemplo significativo es el caso de la Laguna de Valencia, donde el flujo descendente del agua da forma al paisaje, evidenciando la transformación natural del entorno.
Otro ejemplo destacado es Cinema Terrado, un proyecto comunitario que integra arquitectura, entorno y participación local. En este proyecto, los muebles se fabricaron con fragmentos de madera del lugar, mientras que los miembros de la comunidad aportaron fotografías que capturaban la riqueza auténtica de su entorno.
A partir de esta experiencia, Mazo planteó una reflexión significativa: “Cuando comenzamos a dialogar con las personas de la comunidad, entendimos que la arquitectura podía convertirse en un elemento clave dentro de las acciones destinadas al restablecimiento de las comunidades en su territorio”. Este enfoque subraya el potencial de la arquitectura como una herramienta para revitalizar el tejido social, promoviendo una conexión más sólida y armoniosa entre las personas y su entorno natural.
Mazo también recordó cómo, al explorar espacios arquitectónicos en diferentes partes de América, comprendió que la arquitectura podía transformarse en un valioso instrumento de acción: “Lo que hacíamos con la arquitectura era completar los lugares e intervenir en espacios que, de manera hermosa, ya estaban construidos, pero que simplemente no habíamos observado. Quizás nuestro trabajo consistía en crear mecanismos que nos conectaran con lo que estaba afuera, haciéndonos más conscientes del mundo”.
Asimismo, destacó la importancia de que los proyectos de arquitectura y paisaje trasciendan las agendas políticas y las visiones a corto plazo, priorizando un sentido ético profundo para las ciudades. “Con cada acción que llevemos a cabo, contribuiremos a ese plan general”, concluyó.
Los asistentes fueron invitados a reflexionar sobre el interés profundo en la comunidad y el paisaje creado por ella, así como en cómo la intervención en estos espacios puede ser coherente con la naturaleza social del entorno.
Su perspectiva combina una sólida base académica con una sensibilidad hacia los procesos urbanos y ambientales, lo que le ha permitido liderar proyectos que no solo transforman espacios, sino también la calidad de vida de las comunidades que los habitan.
Con una trayectoria enriquecida por premios y reconocimientos en América Latina y Europa, Edgar Mazo concluyó su intervención compartiendo su experiencia en la creación de un curso con varios colegas, como Yuyamin Otero y Sebastián Bustamante, entre otros. Este curso abordó una pregunta central sobre el reencuentro de la cultura con la naturaleza. “Entendimos que el problema general que enfrentamos es un distanciamiento, producto de múltiples fenómenos. Por ello, en el curso generamos conceptos clave para la lectura y conformación de paisajes y jardines, principios de prácticas agroecológicas, así como instrumentos para la creación de espacios”.
De esta manera, dejó al público con la inquietud de analizar la profunda conexión entre la arquitectura, la comunidad y la naturaleza, destacando cómo los proyectos pueden trascender su función estética o técnica y convertirse en herramientas de transformación social y ambiental.
La perspectiva de Edgar Mazo inspira a repensar el papel de la arquitectura como un puente que restablece el vínculo entre las personas y su entorno, priorizando la ética, la participación comunitaria y la sostenibilidad. Su trabajo resalta la importancia de integrar prácticas conscientes que valoren el paisaje, promuevan el tejido social y proyecten ciudades más humanas y equilibradas.