En Medellín, el Seminario Internacional de Arquitectura IAC 2016 contó en su primer día con la participación de la oficina local OPUS. La ponencia liderada por Carlos Andrés Betancur expuso los reconocidos alcances de sus proyectos a la luz de cuestionamientos y conceptos que le han otorgado un carácter social e inclusivo a la construcción del paisaje cultural.

Las exploraciones desde el diseño arquitectónico, urbano y de paisaje han encontrado en Colombia y Latinoamérica un contexto propicio para la formulación de preguntas cruciales con una participación comunitaria activa. Labor que ha sido reconocida por nominaciones como Lápiz de Acero en la categoría Diseño Arquitectónico por el Colegio La Enseñanza 2014; mientras el Centro Cívico de Antioquia «Plaza de la libertad», el Parque Verde Metropolitano La Carlota (Caracas) 2012 y el Centro Histórico de Barranquilla (2008) fueron seleccionados en la Bienal Colombiana de Arquitectura (2016).

Mientras que Betancur condensaba la esencia de algunos de los proyectos, anteriormente nombrados, iban floreciendo cuestionamientos sobre la arquitectura de la ciudad, las especificidades de la arquitectura en los trópicos, las estrategias para la recuperación de relaciones entre la ciudad y el agua, y cómo este elemento representa un papel fundamental en la memoria del paisaje urbano.

Proyecto – conflicto – paisaje

Uno de los proyectos que evidencian la coherencia entre el discurso de Opus y sus intervenciones urbanas es La Revitalización de la Albarrada, en Mompox (Colombia). Un proyecto que entabla un constante diálogo entre el conflicto, el proyecto y la concepción de paisaje; conciliando un escenario natural proclive a inundables y las dinámicas habitacionales que ha generado en sus habitantes.

Más allá de los resultados, el proceso de análisis del contexto no sólo ambiental, sino histórico, conduce a reforzar la comprensión de lo que implica las relaciones que se tienen con el agua en un paisaje y en una época determinada en Latinoamérica.

En medio de la intermodalidad de transporte que implicó el proceso de reconocimiento territorial para el equipo, el mismo viaje recurrente de Medellín a Mompox esclareció muchas de las relaciones internas que infunda la presencia del agua en un contexto como este.

Las transformaciones a lo largo de la historia de esta relación con el agua, relatan la construcción de un paisaje a través de esta condición ambiental, que mediante una adaptación cultural definen la identidad de Mompox. Si bien, las problemáticas sociales han desatado en desequilibrio ambiental causando desastres naturales, no siempre este es asumido como una problemática por la población. Modificaciones que Betancur denominó como ¨equilibrio dinámico¨, en un momento prehispánico, cambian tras la colonización, entablando relaciones de ¨equilibrio estático¨; y así mismo vuelven como un ciclo.

Curiosamente, las inundaciones en Mompox no siempre permiten asumir esta condición como negativa. Los niveles adaptativos a de los habitantes resultaron ser insumos dentro del diseño de estos espacios públicos. La formulación de zonas inundables permiten un acercamiento temporal y dinámico al agua, en donde las inundaciones son la estética de los proyectos, sin desconectar comportamientos adquiridos.

Los valores culturales mediados por estas transformaciones físicas, requiere una coherencia entre las lógicas de organización social y un rol activo por parte de los interventores, en búsqueda de fortalecer la identidad del territorio. Es ahí donde los procesos de gestión social generan estrategias inclusivas para el tratamiento del espacio público.

Fuente: Plataforma Arquitectura